sábado, 10 de noviembre de 2007

Arzobispos y Nuncios: Excelentísimo y Reverendísimo. Arzobispos y Nuncios: Excelentísimo y Reverendísimo.

Arzobispos y Nuncios: Excelentísimo y Reverendísimo.
Un arzobispo es un miembro perteneciente a la orden episcopal cristiana, pero que goza de un estatus superior al de los "simples" obispos; generalmente están al frente de una diócesis particularmente importante, ya sea por su tamaño, su relevancia histórica o por ambas, llamada archidiócesis. Cuando un obispo se convierte en arzobispo no está siendo, de ningún modo, ordenado ni está recibiendo ningún sacramento; en contraste (en los ritos anglicano, católico romano y ortodoxo) alguien que es ordenado obispo está siendo consagrado.

Un nuncio apostólico o nuncio papal es un representante diplomático de la Santa Sede con rango de embajador.

En los casos en que las relaciones diplomáticas no existan a nivel de embajada, un pro-nuncio es el jefe de la delegación papal. En varios países el nuncio papal tiene precedencia protocolar sobre el resto de los embajadores.


Obispos y Abades Mitrados: Ilustrísimo y Reverendísimo, Monseñor.

Un obispo es un presbítero que recibe por el sacramento del orden sacerdotal el grado del episcopado. Cada obispo tiene a su cargo el gobierno y cura de la grey de una Iglesia local, organizadas territorialmente como diócesis (a modo de las romanas). Cada diócesis se estructura habitualmente alrededor de una ciudad, y en esa ciudad se encuentra la iglesia principal (catedral), de la que es titular su obispo y en donde se encuentra su cátedra (sitial), lugar desde donde preside las celebraciones litúrgicas, eventualmente imparte justicia y confiere los sacramentos.

Recibe el título de abad, pero con carácter únicamente honorífico, el presbítero elegido para presidir un cabildo catedralicio. Iconográficamente, se representa un abad con los hábitos de su orden y con la cruz abacial en la mano. El abad mitrado es el que, con derecho para ello, utiliza mitra


Internuncios: Su Excelencia.

Son aquellos representantes del Papa en un Estado no católico.


Auditores: Su Señoría.

Funcionario del cuerpo eclesiástico que asesora a las autoridades en la interpretación y aplicación de las leyes.


Canónigos: Señoría, anteponen a sus nombres Muy Ilustre Señor.

El canónigo es el eclesiástico provisto de una canonjía. Forma parte del cabildo catedralicio o del de una colegiata o iglesia de rango superior y recita el oficio público de la Iglesia. Actualmente, el nombramiento de canónigos corresponde al Vaticano, que suele delegar esa función en cabildos y obispos.


Sacerdotes del Clero Diocesano: Señor Presbítero.

El sacerdote es una persona dedicada y consagrada a hacer, celebrar y ofrecer sacrificios a su divinidad en casi todas las manifestaciones religiosas del mundo. El término puede variar, pero en general y desde un punto de vista cultural, el sacerdote es aquel que ejerce como intermediario entre el ser humano y la divinidad. Por extensión, se llama sumo sacerdote a quien ejerce la máxima autoridad religiosa en algunas confesiones.


Párrocos: Reverencia o Reverendo Señor.

El párroco es el pastor propio de la parroquia que se le confía, y ejerce la cura pastoral de la comunidad que le está encomendada bajo la autoridad del Obispo diocesano en cuyo ministerio de Cristo ha sido llamado a participar, para que en esa misma comunidad cumpla las funciones de enseñar, santificar y regir, con la cooperación también de otros presbíteros o diáconos, y con la ayuda de fieles laicos, conforme a la norma del derecho.


Jerarquías en la Iglesia
La Iglesia Católica Romana tiene miembros en cada uno de los países de la Tierra. Es una organización jerárquica en la que el clero ordenado está dividido en obispos, presbíteros y diáconos. El principal obispado es el de Roma, cuyo encargado es el Papa.

El clero está organizado de forma jerárquica, pero tiene en cuenta la comunión de los fieles. Cada miembro del clero depende de una autoridad superior, pero la autoridad superior debe ejercer su gobierno teniendo en cuenta la comunidad, a través de consultas, reuniones, intercambio de ideas.

Territorialmente, la Iglesia Católica Apostólica y Romana se organiza en diócesis o Iglesias particulares, cada una a cargo de un obispo. Éstas, a su vez, se reúnen en provincias, que conforman una arquidiócesis. Otras jerarquías son las prelaturas y los vicariatos.

El gobierno de la Iglesia reside en los sacerdotes:

Los obispos: se encargan de cada diócesis. Son ayudados por los presbíteros y los diáconos. Ningún obispo, aunque haya sido nombrado cardenal, tiene autoridad sobre otro, sino que cada uno depende directamente del Papa.

Los cardenales: ayudan al Papa en el pastoreo de la Iglesia universal y en la administración del Vaticano y la Curia Romana. Cuando el Papa muere, eligen al sucesor en un cónclave. Colectivamente forman el Colegio Cardenalicio. Los cardenales son elegidos personalmente por el Papa.

El Papa: es electo por el Colegio de Cardenales, reunido en cónclave. En 1871, el Concilio Vaticano I hizo énfasis particular sobre la ya existente doctrina de la infalibilidad papal, lo cual ha generado hasta el día de hoy grandes polémicas. Él desarrolla su ministerio coadyuvado por dos grupos de colaboradores: los cardenales y el concilio ecuménico.

El concilio ecuménico: asamblea de todos los obispos del mundo presidida por el Papa, es convocado cuando hay que tomar las decisiones más importantes, en materia de fe (dogmas) y de moral.

Para cada país, hay una conferencia episcopal, cuyos cargos son electivos entre los obispos de la misma nación. También se organiza por provincias eclesiásticas; en cada provincia, al obispo de la sede más importante se le dice arzobispo o metropolita, y a su diócesis se le dice arquidiócesis.

La institución de los doce Apóstoles

Jesús instituyo a los doce Apóstoles a modo de colegio. De entre los doce seleccionó a Pedro, poniéndolo en frente de ellos. Sólo a él le dijo: "Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia", sólo a Pedro le entregó las llaves del Reino de los Cielos, sólo a Pedro le ordenó: "Apacienta mis ovejas, apacienta mis corderos". Únicamente a Pedro, Jesús le dijo que había "orado por él para que cuando "volviera" de su pecado, confirmara a sus hermanos" (Lc.22, 32).

Es decir, Jesús le entregó la llave a Pedro para hacer del episcopado uno solo e indiviso siendo este el pastor de todo el rebaño.

El día del Pentecostés Jesús le encomendó a los Apóstoles que extendieran la Iglesia e hiciesen que todos los pueblos fueran discípulos suyos.

Los obispos, sucesores de los Apóstoles

La misión encomendada por Jesús a los Apóstoles debía durar hasta el fin del mundo, puesto que la palabra de Dios que ellos deben transmitir en todo tiempo es el principio de la vida para la Iglesia. Por lo tanto los Apóstoles en sus predicaciones debían dejar testimonios de la obra de Jesús a sus colaboradores más inmediatos, a fin de que cuando ellos murieran se convirtieran en sus sucesores y se hiciesen cargo del ministerio. Es así que por medio de aquellos que fueron establecidos por los Apóstoles como Obispos y como sucesores suyos hasta nosotros, se difunde y se conserva la tradición apostólica en el mundo entero.

Los presbíteros

Sus relaciones con Cristo, con los obispos, con el presbiterio y con el pueblo de Dios.

Los presbíteros dependen de los obispos, sin embargo se encuentran unidos en el orden del sacerdocio, por el cual han sido consagrados como verdaderos sacerdotes del nuevo testamento, sirviéndoles de esta manera celebrar el culto divino, y evangelizar. Su oficio principal lo ejerce en el culto eucarístico, ofreciendo de esta manera su autoridad de Cristo, pastor y cabeza, lo hacen por medio de la eucaristía.

Los presbíteros junto con los obispos forman un grupo llamado presbiterio, que representa a un grupo en una región representa una Iglesia universal donde el padre es el obispo y sus hijos son los presbíteros. Por su parte los obispos lo consideran como hijos amigos tal como Cristo lo hizo con los discípulos.

Todos los presbíteros se unen entre si en intima fraternidad que debe manifestarse en espontánea y gustosa ayuda tanto espiritual como material. También pueden darle a conocer la imagen de Cristo tanto los católicos, y no católicos, fieles e infieles, por medio de la Fe y práctica de los sacramentos.

Los diáconos

Representan una jerarquía inferior a los presbíteros, es decir que no es de un orden sacerdocio sino en orden al ministerio. Estos sirven al pueblo de dios en el ministerio de la liturgia de la palabra y de la calidad. El oficio de ellos puede ser: Bautismo, conservar y distribuir la Eucaristía, asistir al Matrimonio y bendecidlo en nombre de la Iglesia.

Actualmente en la Iglesia latina existen muchas regiones en donde no es fácil desempeñar estas funciones, por eso, por parte de la aprobación el sumo pontífice puede ser conferido a varones de edad madura, aunque estén casados, y también a jóvenes idóneos.

Ordenación episcopal
Entre los diversos ministerios que existen en la Iglesia, ocupa el primer lugar el ministerio de los obispos que, a través de una sucesión que se remonta hasta el principio, son los transmisores de la semilla apostólica.

Para realizar estas funciones tan sublimes, los apóstoles se vieron enriquecidos por Cristo con la venida especial del Espíritu Santo que descendió sobre ellos. Ellos mismos comunicaron a sus colaboradores, mediante la imposición de las manos, el don espiritual que se ha transmitido hasta nosotros en la consagración de los obispos.

El Concilio Vaticano II enseña que por la consagración episcopal se recibe la plenitud del sacramento del Orden. De hecho se le llama, tanto en la liturgia de la Iglesia como en los Santos Padres, "sumo sacerdocio" o "cumbre del ministerio sagrado".

La consagración episcopal confiere, junto con la función de santificar, también las funciones de enseñar y gobernar.

En efecto, por la imposición de las manos y por las palabras de la consagración se confiere la gracia del Espíritu Santo y queda marcado con el carácter sagrado. En consecuencia, los obispos, de manera eminente y visible, hacen las veces del mismo Cristo, Maestro, Pastor y Sacerdote, y actúan en su nombre ("in cius persona agant").

Uno queda constituido miembro del Colegio episcopal en virtud de la consagración episcopal y por la comunión jerárquica con la Cabeza y con los miembros del Colegio. El carácter y la naturaleza colegial del orden episcopal se manifiestan, entre otras cosas, en la antigua práctica de la Iglesia que quiere que para la consagración de un nuevo obispo participen varios obispos. Para la ordenación legítima de un obispo se requiere hoy una intervención especial del Obispo de Roma por razón de su cualidad de vínculo supremo visible de la comunión de las Iglesias particulares en la Iglesia una y de garantía de libertad de la misma.

Cada Obispo tiene, como vicario de Cristo, el oficio pastoral de la Iglesia particular que le ha sido confiada, pero al mismo tiempo tiene colegialmente con todos sus hermanos en el episcopado la solicitud de todas las Iglesias: "Mas si todo obispo es propio solamente de la porción de grey confiada a sus cuidados, su cualidad de legítimo sucesor de los apóstoles por institución divina, le hace solidariamente responsable de la misión apostólica de la Iglesia".

Todo lo que se ha dicho explica porqué la Eucaristía celebrada por el obispo tiene una significación muy especial como expresión de la Iglesia reunida en tomo al altar bajo la presidencia de quien representa visiblemente a Cristo, Buen Pastor y Cabeza de su Iglesia.


Visitas de Estado al Vaticano
La organización de la visita de un Jefe de Estado al Vaticano es responsabilidad de la Prefectura de la Casa Pontificia, que imprimen el trabajo en italiano y en francés.

Para estas ocasiones, serán acompañantes permanentes del ilustre visitante: el Prefecto de la Casa Pontificia, el Delegado de la Comisión Pontificia para el Vaticano, los Gentilhombres y el Comandante de la Guardia Suiza.

Para esta ocasión, los eclesiásticos usarán sotana con faja, los civiles frac y los Gentilhombres y Ayudantes de Cámara usarán su collar distintivo; la Guardia Suiza, en esas ocasiones, vestirá uniforme de gala. Los caballeros que serán presentados al Jefe de Estado concurrirán a su residencia para firmar el registro, indicando título y grado. La acreditación de periodistas y reporteros gráficos se realizará en la Casa Pontificia y las disposiciones correspondientes para desarrollar sus tareas estarán a cargo del Consejo de Comunicaciones Sociales.

La actividad se inicia cuando los coches, con matrícula del Vaticano, llegan a la residencia del Jefe de Estado visitante paras trasladar a la comitiva; durante el trayecto serán acompañados por el Consultor del Estado Vaticano y por los Gentilhombres de Su Santidad. La comitiva será presidida por un vehículo de servicio, en el que viajará un Ayudante de Antecámara; la Basílica de San Pedro permanecerá cerrada al público por ese motivo y, en virtud del traslado de 1929, el Gobierno Italiano instrumentará los medios apropiados y el personal indicado para mantener libre la columnata y la plaza adyacente.

El cortejo se desplazará por la Vía de la Conciliación hacia la Plaza San Pedro, en dirección al Arco de la Campana y, bordeando la Basílica, detendrá su marcha en el Patio de San Dámaso, donde será recibida la comitiva por el Prefecto de la Casa Pontificia, el Delegado de la Comisión Pontificia para el Estado del Vaticano y el Comandante de la Guardia Suiza. La rendición de honores estará a cargo de una formación de la Guardia Suiza, a su tiempo la banda interpretará el himno del Estado visitante y, seguidamente, el del Estado del Vaticano. Al finalizar la ejecución de los himnos, el Primer Mandatario, su señora, el Ministro de Asuntos Exteriores o Canciller (según la costumbre) y el Embajador acreditado ante la Santa Sede, se trasladarán hacia los ascensores junto al Prefecto de la Casa Pontificia, el Delegado Especial, el Consultor del Estado del Vaticano y el Comandante de la Guardia Suiza. Las restantes autoridades serán acompañadas por los Gentilhombres y subirán, en ascensor, hasta el segundo piso para formar el cortejo, que será conducido por el Sargento de la guardia, seguido por los Sediari y los Ayudantes de Antecámara, con su Decano y el correspondiente de la sala. En la primera fila del cortejo se ubicará el ilustre visitante quien irá flanqueado, a la derecha, por el Prefecto de la Casa Pontificia y, a la izquierda, por el Delegado Especial, seguidos por la señora del Primer Mandatario, quien tendrá a su derecha al Consultor del Estado Vaticano y a su izquierda al Comandante de la Guardia Suiza. Las restantes autoridades del séquito visitante serán acompañadas por los Sediari y una formación de la Guardia Suiza, a cada lado de la visita.

En la Sala Clementina estará esperando al cortejo el Monseñor Elemosiniere (de las limosnas) de Su Santidad y el Príncipe Asistente; a su encentro Monseñor Prefecto realizará las presentaciones de práctica; realizadas las miasmas el Príncipe Asistente se colocará a la izquierda del Jefe de Estado visitante; entre tanto el Delegado Especial junto al Monseñor Elemosiniere, ocuparán un lugar junto a la señora del Jefe de Estado visitante, mudando así los lugares en el referido cortejo. Seguidamente la señora del ilustre visitante esperará en la Sala de la Capilla de Urbano VIII en compañía del Consultor, el Elemosiniere y el Príncipe Asistente, mientras que el resto del séquito estará acompañado por los Gentilhombres, ocupando la Sala de los Papa. Por su parte, la escolta de la Guardia Suiza permanecerá en la Sala Clementina con el Sargento Mayor; en la Sala de San Ambrosio aguardarán los Sediario y en la Sala de los ángulos los Ayudantes de Antecámara.

El Prefecto de la Casa Pontificia acompañará al Jefe de Estado a la sala del Trono, donde será recibido por el Santo Padre; una vez reunidos, Su Santidad lo invitará a la Biblioteca para mantener una reunión privada; entretanto, los restantes miembros del cortejo aguardarán en la Sala Madonna y, en caso de ser necesario, se utilizará la Sala del Trono o la de los Embajadores. Concluida la entrevista privada, el Monseñor Prefecto se encargará de hacer pasar a la biblioteca a la señora del Primer Mandatario; luego los Prelados de Honor harán lo mismo con el Ministro de Relaciones Exteriores o Canciller y el resto de la comitiva, quienes serán presentados al Papa por el ilustre visitante. Los dignatarios eclesiásticos se ubicarán junto al Santo Padre antes de pronunciar el discurso de práctica, al que seguirán el del Jefe de Estado visitante; a la finalización de los mismos se intercambiarán regalos junto a la mesa, entretanto, los restantes integrantes del cortejo permanecerán en sus respectivos lugares. Concluida esa antigua práctica, el Sumo Pontífice y el Jefe de Estado visitante se dirigirán al centro de la sala para recibir el homenaje del resto de los asistentes para, luego, trasladarse a la Sala Clementina, donde se formará nuevamente el cortejo.

El Santo Padre acompañará a los ilustres visitantes a la referida sala para despedirse también del resto de la delegación; el Primer Mandatario y su comitiva harán lo propio también con el Monseñor Elemosiniere y el Príncipe Asistente. Luego, el cortejo se dirigirá al despacho del Cardenal Secretario de Estado a través de la escalera noble, donde nuevamente el Prefecto de la Casa Pontificia hará las correspondientes presentaciones, antes de pasar a la Sala de Audiencias, donde se desarrollará la entrevista privada. En tanto, el séquito principal, aguardará en una dependencia contigua y el resto de los miembros en la Sala de la Antecámara. Concluida la reunión, el Cardenal presentará a sus colaboradores y, a su turno, el Primer Mandatario, hará lo propio con los integrantes de su comitiva, comenzando por su señora y el canciller; seguidamente se formará nuevamente el cortejo para dirigirse a la Sala Regia, donde tendrá el encuentro con el cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede. Una vez allí, el Cardenal Secretario de Estado pronunciará un discurso de bienvenida y procederá a presentar al ilustre visitante y su señora a los jefes de misión acreditados ante la Santa Sede; finalizados los saludos de práctica, el Cardenal Secretario y los Prelados que los acompañan se despedirán de la visita. Luego de lo cual se formará nuevamente el cortejo que ascenderá por la Escalera Regia hasta donde se encuentra la estatua del Emperador Constantino, para recién ingresar al atrio de la Basílica Vaticana.

En la entrada a la Basílica estarán el Cardenal Arcipreste y una delegación capitular de sus canónigos con hábito de coro, luego el Prefecto de la Casa Pontificia realizará las presentaciones del caso; cumplida la salutación de práctica, el Cardenal Arcipreste hará lo propio con los miembros de su delegación y ofrecerá agua bendita a los visitantes. Seguidamente, el Jefe de Estado y su señora serán acompañados por el Cardenal Arcipreste y el Monseñor Prefecto, seguidos del séquito y la delegación capitular; en la capilla del Santísimo Sacramento se detendrán a orar, el esto del cortejo permanecerá afuera; seguidamente el matrimonio presidencial se detendrá delante del altar de la Virgen; de la Capilla de Santa Petronila y del Altar de la Confesión, para rezar ante la Tumba de San Pedro.

Concluido el recogimiento aludido y realizados los saludos pertinentes, el cortejo se detendrá sobre el adoquinado de la Basílica, donde estará la banda de música que interpretará el himno nacional de la distinguida visita y el del Vaticano, después, a pie, se dirigirá el cortejo hasta la escalinata donde serán despedidos por el Monseñor Prefecto, el Delegado de la Comisión Pontificia y el Comandante de la Guardia. Los restantes dignatarios acompañarán al cortejo hasta los automóviles y se despedirán según la práctica, durante el traslado de regreso, la comitiva visitante será acompañada por el Consultor de un Estado y los Gentilhombres; de esa forma concluye la visita de un Jefe de Estado al Vaticano.


Ceremonial Eclesiástico
Una de las bases más firmes de todo Ceremonial es el respeto y acatamiento de las jerarquías. El ámbito de los templos definen por sí mismos los lugares de honor y distribución de los asistentes. La Iglesia ha reconocido la "ley de la derecha", incorporándola en la oración del Credo, refiriéndose a Nuestro Señor Jesucristo, como que "está sentado a la diestra de Dios Padre".

En los templos se identifica como punto central el altar mayor, desde donde se aplican esta ley y la de proximidad.

En el Ceremonial decretado el 9 de febrero de 1926, suscrito por el Presidente D. Marcelo T. de Alvear y refrendado por el Ministro de Relaciones Exteriores y Culto D. Ángel Gallardo, se establece el orden de precedencia en las ceremonias públicas. Pero aún en las ceremonias más privadas el planeamiento es riguroso.


Ceremonial eclesiástico-militar
Esta circunscripción eclesiástica castrense fue creada por la Iglesia para hacer posible el desarrollo de la actividad salvífica de la Iglesia en el espacio y en el tiempo, es decir, en la particularidad y peculiar situación de las personas que sirven en las Fuerzas Armadas y de Seguridad.

La asistencia espiritual a los militares, como grupo social específico, tiene precedentes muy antiguos. Pero su organización estable derivo históricamente de la consolidación de los ejércitos profesionales o permanentes en diversos países de Europa a lo largo del siglo XVI y sobre todo durante el siglo XVII.

Fue entonces cuando, con motivo de las peticiones de las monarquías católicas de la época, la Santa Sede organizó su sistema de asistencia religiosa a los militares, que sirvió para completar las carencias prácticas de la organización diocesana. Teniendo en cuenta sobre todo la movilidad profesional de los miembros del ejército, frecuentemente alejados de sus parroquias y diócesis de origen.

Los Papas publicaban unos "Breves Apostólicos" (Leyes especiales) dirigidos a los monarcas, y establecía una jerarquía eclesiástica peculiar, integrada por un capellán mayor y otros sacerdotes en los que el capellán mayor podía subdelegar sus funciones.

Aquellos "Breves Apostólicos" contenían delegaciones pontificias con amplias facultades y privilegios para la atención religiosa a los soldados, que luego se extenderían a los períodos de paz.

Estas delegaciones se concedían temporalmente, ya que los "Breves" debían solicitarse y renovarse de forma periódica.

Fue sobre todo por los ejércitos españoles de la Península Ibérica, Países Bajos e Italia durante los siglos XVI y siguientes el que sirvió de modelo para el establecimiento de este sistema pontificio de la cura castrense.

El instrumento de las delegaciones pontificias periódicamente renovables fue sustituido por el establecimiento de estructuras jerárquicas (circunscripciones) para la atención espiritual de los militares en diversos países.

Durante la etapa concordataria del siglo XIX, pero sobre todo en el siglo XX, y especialmente en su segunda mitad, la Santa Sede ha promovido con carácter general la erección de "vicariatos" (hoy ordinariatos) militares en diversos países, tanto a través de convenciones estipuladas con las autoridades estatales como también mediante decretos instituyentes unilaterales. Esta práctica fue confirmada y promovida por el Concilio Vaticano II.

"Los ordinariatos u obispados militares o castrenses son circunscripciones erigidas por la Santa Sede en diversas naciones con el fin de organizar establemente la asistencia pastoral o religiosa de los militares católicos".

Actualmente los treinta y siete ordinariatos militares establecidos en diversos países se rigen en sus elementos comunes, por la Constitución Apostólica Spirituali militum curae (SMC), del 21-IV-1986. Esta ley - marco es completada por los estatutos particulares sancionados por la Santa Sede para cada ordinariato.

Los ordinariatos (u obispados) militares o castrenses pertenecen al genero de las circunscripciones personales equiparadas canónicamente con la diócesis (SMC art. I § 1). Carecen de un territorio propio que delimite la potestad del Obispo y de los capellanes castrenses, que, en cambio, pueden ejercer su potestad a favor de los militares con independencia del territorio en que se encuentren (Cf. SMC art. IV, 1).

Normalmente, el ordinariato se erige para el ámbito de una nación y en ella tiene su sede, y radican sus principales organismos. Los ordinariatos militares dependen de la Congregación de los Obispos o de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, según los casos.

Esta circunscripción personal, esta al servicio de unos fieles dedicados a una profesión peculiar que provoca frecuentes desplazamientos geográficos y cambios de domicilio (Cf. SMC art. IV, 1).

La potestad del prelado castrense es asimismo "ordinaria y propia". Es decir, está jurídicamente vinculada con el oficio y además el nombramiento pontificio le permite al ordinario ejercer una capitalidad eclesiástica estable al frente del ordinariato.

La calificación de la potestad del Ordinario (u Obispo) castrense como "cumulativa" impide la considerarla exenta, separada o independiente de los obispos diocesanos. Los fieles del ordinariato militar siguen siendo miembros de la diócesis o jurisdicciones a las que pertenecen en virtud del domicilio o del rito.

La erección de una circunscripción castrense no excluye la potestad de los ordinarios locales, sobre los fieles pertenecientes al ordinariato militar y sobre los capellanes, por razón del lugar donde ejercen su ministerio y en las materias relativas a la disciplina general del clero.

Pertenecen al ordinariato militar, además de los que puedan ser añadidos a los estatutos de los diversos ordinariatos, los siguientes fieles:


Todos los fieles que son militares, así como otros que están adscriptos a las Fuerzas Armadas, mientras estén sujetos a las leyes o disposiciones para civiles dictadas por la Fuerzas Armadas y promulgadas por ellos.


Los que constituyen sus familias, es decir, cónyuges e hijos, incluso aquellos que emancipados, vivan en la misma casa, y también parientes y empleados que vivan en la misma casa.


Los que frecuentan institutos militares, viven en hospitales militares, residencias de ancianos o lugares semejantes, o bien prestan servicio en ellos.


Todos los fieles de uno y otro sexo, pertenecientes o no a algún instituto religioso, que desempeñan una función estable, conferida por el Ordinario militar o con su consentimiento.

Estos fieles no pierden su condición diocesana al incorporarse al Ordinariato Castrense.

Organización del Ordinariato Castrense

La organización interna responde en buena medida a la organización diocesana, como consecuencia del principio de equiparación jurídica del ordinariato con la diócesis contenido en SMC art. 1 § 1.

Sin embargo, los oficios y colegios previstos por SMC tienen en mayor parte un carácter no preceptivo, de manera que serán los estatutos de los diversos ordinariatos los que determinen con precisión su organización interna (Cf. SMC art. XIII).

Además del oficio del Ordinario militar y de los cargos integrados en la curia del ordinariato (vicario general y episcopal, canciller, notarios, etc.), se destaca el oficio de capellán militar por su especial vinculación con la cura de almas que se ejerce en el ordinariato (Cf. SMC art. VII).

El capellán militar tiene los derechos y obligaciones propias de los párrocos, a no ser que conste otra cosa por la naturaleza del asunto o por prescripción del derecho. Su potestad es cumulativa con la de los párrocos locales.


Tratamientos

EL PAPA

Su Santidad.


PATRIARCAS

Su Beatitud, Beatísimo Padre.


CARDENALES

Eminencia, Reverendísimo, Eminentísimo y Reverendísimo Dr.


ARZOBISPOS Y NUNCIOS

Excelentísimo y Reverendísimo.


OBISPOS Y ABADES MITRADOS

Ilustrísimo y Reverendísimo, Monseñor.


INTERNUNCIOS

Su Excelencia.


AUDITORES

Su Señoría.


CANÓNIGOS

Señoría, anteponen a sus nombres Muy Ilustre Señor.


SACERDOTES DEL CLERO DIOCESANO

Señor Presbítero.


PÁRROCOS

Reverencia o Reverendo Señor.


El nuncio apostólico
Un Nuncio Apostólico o Nuncio Papal es un representante diplomático de la Santa Sede con rango de Embajador, y su sede diplomática es la Nunciatura.

Las Internunciaturas y Legislaciones son representaciones diplomáticas de segunda categoría del Estado Vaticano, en aquellos países no católicos. Sus representantes son llamados Internuncios (Ministros o Delegados pontificioes que hacen las veces de Nuncios).

En los casos en que las relaciones diplomáticas no existan a nivel de embajada, un pro-nuncio es el jefe de la delegación papal. En varios países el nuncio papal tiene precedencia protocolar sobre el resto de los embajadores.

El Nuncio Apostólico tiene, una función intra Eclesial, que consiste:


En informar, de modo estable y objetivo, a la Santa Sede sobre las condiciones de las comunidades a las que haya sido enviado, y sobre cuanto pueda tener un reflejo en la vida de la Iglesia y en el bien de las almas.


En ayudar, aconsejar y colaborar con las Conferencias Episcopales y con cada uno de los Obispos del territorio que le ha sido confiado, respetando naturalmente el ejercicio de la Jurisdicción que le es propia; y una función Diplomática, cuyo objeto es promover y favorecer las relaciones entre la Santa Sede y el Estado ante el que ha sido acreditado. En nuestro país el Nuncio desempeña a la vez, de acuerdo con la convención de Viena, la función de Decano del Cuerpo Diplomático.

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